Durante los festejos por los Juegos
Olímpicos de Atlanta una serie de atentados a lo largo y ancho del país ponen
en jaque al FBI al tiempo que, en una pequeña familia el único hijo de una
señora que no ha sido precisamente bendecida por la vida, pelea y patalea por ser
respetado como agente de seguridad mientras, las mofas son su pan de cada día. Y
he aquí la presentación de los dos ingredientes principales para una de las
mejores películas del cineasta (en cuanto y en tanto a su década respecta)
porque con Richard Jewell tenemos un
caso policial llevado al extremo de lo humano poniendo, aparte, el foco en las
malas artes de los federales por cerrar un caso que, como mínimo, les quema, y
en el camino haciéndonos dudar de la bondad de Jewell, la que sabemos que
existe pero por qué iba a ser oro todo lo que reluce. ¿Por qué? No lo sé pero
una semana después de haberla visto todavía me escama.
Ale,
ya tenéis tarea para este fin de semana.