Ni fu ni fa. ¿Ni fu ni fa?
Al margen de unos maravillosos efectos especiales que, obviamente son explotados para alargar la película una barbaridad y sin aportar nada relevante, salvo documentarnos gráficamente del virtuoso planeta que es Pandora, en el terreno argumental no es gran cosa. Pero es que quizá tampoco sea el objetivo de James Cameron. Seguramente sabiendo todo esto salgamos encantados del cine —yo lo hice—, y es que los efectos 3D merecen la pena mucho. Han mejorado notablemente desde la primera parte, y ya no son solo detalles que justifiquen clavarte las gafas, ¡son un personaje más! El mismo que te hace mover la cabeza para evitar que una rama te golpee en la frente y, que (¡SPOILER, SPOILER!), te hará saltar en la butaca cuando los personajes atraviesen la selva pertrechados con sus armas. ¡Cielo santo! ¡Al carajo con el argumento! Aquí lo que importa es la EXPERIENCIA, y, en efecto, sabe como miel sobre hojuelas.
Véosla, que es una cinta de aventuras trepidante, que el amor siempre vence, que los malos son los mismos, pero no podéis dejar que alguien como yo os la cuente. ¡Id a verla!
Olé, olé y olé por todo el equipo técnico y artístico. ¡Pandora es otro universo, y hay que conocerlo!